Esto sucedió hace unos meses atrás pero fue un impacto tan grande en mi vida que aún siento que fue ayer que todo pasó.
Conectar con los cristales no tiene nada que ver con lo que se ha enseñado y divulgado tan penosamente, no entraré en tema porque es para otro post, pero es muy importante entender que los cristales NO SE PROGRAMAN. Así como a nosotros no nos gusta que nos impongan una idea, ¿qué les hace pensar que con los cristales es diferente? Por favor, seamos respetuosos y comencemos a conectar con la entidad viviente en nosotros y en ellos. A mí esta conexión me llevó a tener encuentros maravillosos con estos grandes compañeros que, si estamos dispuestos a observar, pueden ser maestros de vida.
Esta es una nota que escribí en mi cuaderno en el momento presente que estaba junto a la obsidiana. Yo me encontraba en un momento de bloqueo y ella me llamó por primera vez a nuestro encuentro.
Hasta este instante creí que eso era un problema, pero ahora se me presenta otra visión: estoy aquí, y me refiero aquí en representación de la mujer que soy HOY, todo por la niña que fui en soledad, por las horas que jugué con mi imaginación, por los días que me pasaba planeando cosas para crear, por los libros que leí hasta que saliera el sol, por cada momento que contemplé hasta los más pequeños detalles de mi mundo observable. Sí, todo aquello sucedió en silencios solitarios. Sí, no tuve compañías con las que expresar todo aquello, ni siquiera mis padres. O al menos eso creía la niña que fui, pero ahora ya dejó de lamentarse y esperar sentirse aceptada por su entorno. No. Me tuve a mí para crearlo todo, me tuve a mí de compañera, ahora comprendo que no necesitaba buscar más que en mí para sentirme aceptada. Gracias."
El pasado no representa solamente los recuerdos malos. Hay que enfocar la atención a los momentos positivos y a las fuerzas internas que eligieron en algún punto seguir avanzando. Tampoco hay que fiarse de los recuerdos que nos solemos reproducir porque muchas veces sólo recordamos proyectando por nuestro sentir presente y no por cómo realmente sucedió.
Yo toda mi vida crecí pensando que la gente me excluía, no me aceptaba por como era. Luego ese pensamiento se transformó en sentirme incomprendida y muy separada del mundo exterior, y cada vez se acrecentaba más, peor aún, los recuerdos en mi mente hacían de una justificación perfecta para esa coartada año tras año hasta que conecté con mi obsidiana y mi mente hizo una vuelta de rosca. Empecé a ver el otro lado de la moneda de los recuerdos que siempre me repetía a mí misma. Empecé a ver el lado positivo. Así como en la película Intensamente los recuerdos impregnados de Alegría se fusionaron con Tristeza, logrando que este se pueda observar puro y completo, en un instante pude ver una sucesiva cadena de recuerdos con nuevas facetas que había olvidado. Nunca sentí tanto poder interno y tanta seguridad de mí misma como ese entonces.
Toda esa revolución interna que empecé a tener me hizo concluir en un hecho inmediato. Dentro de los recuerdos de la niña insegura que fui, había uno en particular que aún seguía sosteniendo en el presente: mi pelo largo como símbolo de belleza y aceptación.
Desde chica me sentía muy marginada por mi físico. Una vez, me recorté mucho el pelo y sentí que el pelo corto empeoraba aún más mi físico y me hacía sentir más insegura. Desde ese entonces me juré a mí misma que nunca más iba a cortármelo. Hasta este año mantuve la promesa, y la mantuve porque, muy en el fondo en mi sombra, esa idea seguía influyendo en mí indirectamente a pesar de todo el trabajo personal que había logrado en años. Y así sin más, aquella promesa que había mantenido a rajatabla por añares, en menos de 10 minutos que descubrí la existencia de tal símbolo en mí, me liberé de él. Y todo gracias a la obsidiana.
Adiós a los apegos. Adiós.
Adiós a las inseguridades. Adiós.
Adiós al miedo al fracaso. Adiós.
Adiós pelo largo. Adiós.
En un acto simbólico psicomágico, me despedí de mi melena larga con mucho amor y honra. Sentí una sensación de paz y plenitud inigualable. Me liberé de una creencia muy arraigada a mi mente que sólo hacía retroceder mi paso, una y otra vez.
Por fin, me siento liviana. Y me veo hermosa.
¡Gracias, obsidiana!
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